viernes, 21 de diciembre de 2007

EL PAVO LUIS



(Quiero dedicar ,en estas fechas tan entrañables, este relato a todos esos seguidores de "Coletas Rojas" , ellos le dan vida y le impulsan... sin saberlo...)(las fotos son muy antiguas pido perdón ...)

Recuerdo que, en mi infancia, las Navidades era una época de nieve y sorpresas. Junto con mi hermana mayor, salía del internado para pasar, al menos, dieciocho días en familia.

No puedo negar que me sentía constantemente excitada por la cantidad de actividades que mi padre nos tenía preparadas: función de teatro -nosotros los actores- ¡claro está!
Mi papel siempre era el protagonista y eso me hacía sentir muy orgullosa, imagino que en casa me verían “más teatrera” que a mi hermana mayor…
La puesta del nacimiento y del árbol de Navidad era todo un acontecimiento. El árbol venía directamente del monte más cercano -antes se podían cortar abetos de cualquier parte ya que la ley no lo penaba-
El nacimiento era punto y aparte, inmenso, ocupaba completa una habitación de la casa. Para empezar a montarlo necesitábamos recolectar, musgo, cortezas secas, ramas, tierra, guijarros.

El nacimiento que construía mi padre era un acontecimiento y todo el pueblo venía a visitarlo, tenía hasta un huerto, en donde cada hermano poseía una parcelita y plantábamos fabes, lentejas, trigo y garbanzos, y gran parte de nuestra ilusión era ir viendo cómo -día a día- brotaban las pequeñas semillas verdes y pujantes. Yo corría todas las mañanas, nada más levantarme a comprobar los progresos de mi huerto.
Si nevaba, que nevaba siempre de una manera abundante, un muñeco de nieve, tamaño gigante, ataviado con todos sus detalles, presidía la puerta de nuestra casa…

Pero yo quería hablar del pavo; el pavo para la Nochebuena ya estaba sentenciado en julio, mi padre miraba fijamente la camada de pavitos y decía:

-Éste…
-¿porqué éste, papá, qué tiene de especial?
-Todo, hija, todo, ¿pero, es qué no lo ves?, mira que planta, que plumaje, que muslos tan fuertes, ¿te has dado cuenta de que es el primero en comer por encima de los demás?, se pondrá gordo para diciembre, por lo menos dieciocho kilos.

Yo me callaba, lo encontraba exactamente igual que el resto de los otros pavitos, pero mi padre era un entendido en pavos y… acertaba casi siempre.
En ese mismo instante el pavo era bautizado, bueno eso es un decir, papá le ponía nombre propio: Enrique, Salvador, Benita, siempre les sacaba parecidos con algún familiar o conocido, a mí aquellas salidas de mi padre – la de los parecidos- me hacían regocijarme por dentro.

Pero el pavo que más recuerdo fue Luis: Luis era un amigo de mi padre que se salvó milagrosamente de un accidente de tren y le pidió, encarecidamente, que el próximo pavo navideño llevara su nombre.
Luis era un pavo encantador, todo hay que reconocerlo, desde julio en que fue “el elegido” se hizo querer por todos los habitantes de la casa.
Tenía un cuerpo recio y fuerte, se paseaba por el gallinero con andares de modelo de pasarela, sus “glub, glub, glub” sonaban a música de futuros “raperos”, todas la pavas del corral, eso se veía a simple vista, andaban como locas a su alrededor.
Durante todo el verano le mimamos como nunca habíamos mimado a ningún pavo, pero llegó el día fatídico: veintidós de diciembre.

Papá entró en la cocina con Luis cabeza abajo y se lo entregó a la cocinera:

-Juliana, ya sabe usted cómo prepararlo, con esa receta familiar que nos vamos pasando de generación en generación.
Relleno de: castañas, higos pasos, hierbas aromáticas y uvas…
- Señorito Jaime, mire usted que lo siento mucho, pero yo a Luis no lo mato, no soy capaz, es un pavo especial: podíamos indultarlo, ¿no le parece?

Apretujados, mis hermanos y yo, escuchábamos la conversación detrás de la puerta del “office”, todos aplaudimos interiormente la valentía de Juliana, pero no nos sirvió de nada, mi padre, se sentó en una silla de la cocina, se puso al pavo entre las piernas y… le retorció el pescuezo con un golpe de mano que lo dejó muerto en el acto.
No quiero ocultar que “la piña de hermanos” se estremeció a completo ante aquel “asesinato” en directo.

La cena de Nochebuena en mi casa era todo un acontecimiento familiar, el menú era siempre el mismo:

Sopa de picadillos con piñonate.
Pavo relleno con receta familiar antigua, en este caso Luis, con puré de patatas y guarnición de verduras.
Besugo al horno con almejas.
Isla flotante, turrones, mazapanes y peladillas.

Los comensales variaban algo cada año, eso es natural y comprensible, ya qué, a parte de la familia, comían a la mesa el servicio y… un pobre.

En el año de Luis (el pobrecito pavo), estábamos alrededor de la mesa: mis padres, mis siete hermanos y yo, la “seño”, Mary, Juliana la cocinera y su hija Conchita, la doncella, la lavandera y planchadora, Amelia con su hijo Pedrito, y… el pobre.

La sopa nos la comimos sin rechistar bajo la mirada severa de mi padre, pero, cuando pusieron los restos rellenos y olorosos de Luis sobre la mesa, todos nos negamos a comer ni una sola partícula de su cuerpo, ni mi padre, que se sirvió en su plato un muslo - tenía que hacer prevalecer su autoridad- y ni siquiera lo tocó.

Tan sólo el pobre comió hasta hartarse, mirándonos a hurtadillas como si estuviéramos locos, o vaya usted a saber qué pensaba aquel hombre de unos “ricos” que podían un pavo tan hermoso para la Navidad y… no se lo comían…

Hasta los más pequeños de la casa recuerdan, al pavo Luis, cuarenta años después, y es que, Luis era mucho más que un pavo…
Lola Bertrand

15 comentarios:

Mª Ángeles Cantalapiedra dijo...

Mi querida amiga Silente, anda que no me he reído con tu mensaje en el foro; eres la bomba.
Gracias por la decatoria, me la tomo como para mí ya que sabes que soy number one de la coletas.
Un abrazo y feliz navida, corazón

Anónimo dijo...

A mi también me gusta mucho leer estos relatos tuyos, Lola, son muy tiernos y amenos.
Abrazos
Eva

mia dijo...

ay lola y aquel pavo

zl pavo luis...

muchos recuerdos

reavivas en mi

que pensando en ti

he optado por servir salmon

en vez de pavo

como el pobre luis!

nadie ha cridao

este buen salmon

que he comprado

pensando en tus coletas

y tus preciosos relatos

gracias lola

felices fiestas!

besos y mas besos

Virginia dijo...

Me ha encantado el relato Lola, y las fotos, tienes una forma especial de contar los recuerdos de tu infancia que me hace sentirlos próximos. Un fuerte abrazo. Virginia

Catalina Zentner Levin dijo...

Un relato entrañable, querida Lola.La serie Coletas es imperdible.

Anónimo dijo...

Una anécdota que dá la nostalgia de tiempos pasados. La familia alrededor de la mesa, aquellas ocasiones dónde afablemente se invitaba a una persona de menos recursos para que tuviera "su navidad". Sí, son otros tiempos. Tu relato está lleno de la palabra melancolía, de la época de la niñez que no volverá. Siempre, siempre tendremos en nuestros corazones (entonces de niños) esos bellos recuerdos.
Gracias por traer a tu rincón ese pedacito de fiesta navideña.

¡Feliz Año Próximo!

Anónimo dijo...

Tu relato contiene mucho amor y añoranzas, Lola.
Me gustó leerte y volver a la infancia.
Saludos
Juanchu

Anónimo dijo...

Entrañable relato, lo disfruté.
Abrazos
Anina

Anónimo dijo...

Lola, es para mi un placer leerte, yo también soy seguidora de Coletas...
Abrazos
Mariam

Anónimo dijo...

Me apunto a los fans, esta y otras de las historias son deliciosas.
Abrazos
Antonio P.

WILHEMINA QUEEN dijo...

El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños.

Eleanor Roosevelt


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¡FELIZ 2008!

♥♥♥TE ESPERO...♥♥♥
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Luis Amézaga dijo...

Sus recuerdos me traen los míos.

Anónimo dijo...

Muy bueno , Lola. Ha sido un placer.
Saludos navideños.
Marcuz

Pilar dijo...

Siempre pienso que ls fotos antiguas tienen algo especial. Con el texto me has llevado a otros tiempos dónde tambien mis imágenes están en blanco y negro, y llenas de una emoción especial.

Anónimo dijo...

me ha parecido entrañable. el ambiente está tan logrado que, por un momento me he sumergido en aquella Navidad.
enhorabuena y feliz año
un beso muy grande de Mari Laura