Estaba sentada allí, en ese hueco verde que la noche tapiza de innumerables palabras.
Sus manos descosían pétalos de un ramillete de margaritas: ¿me quiere, no me quiere?, susurraba el aire que se había vuelto frágil al contacto con su voz.
De pronto, de la punta de aquellos dedos, empezaron a brotar flores, que en su caída hacia su falda, formaban un arco-iris de sueños y esperanzas.
Caléndulas anaranjadas.
Brotes blancos de jazmín, para la piel.
Nomeolvides azules para aquellos añorados ojos.
Violetas púrpura para el miedo a perderle.
Rojos capullos de un rosal lleno de pasión.
Sintió temor ente aquella cascada de sentimientos. Él estaba al otro lado de la valla: en el lugar prohibido, y sin embargo, las flores, sus flores compartidas, le gritaban amor.
Y descendió la luna hasta el lugar etéreo que separaba sus dos cuerpos, y formó un estanque donde se encontraron todos los besos de sus ojos y, aunque nunca coincidieron, allí se encuentra deshojando pétalos, en ese hueco verde de la noche por donde, algún día, penetrarán sus amados sueños…
Sobre tu espalda de sombras, crecerán lirios salvajes, y nunca sabrás que son mis besos…
Lola Bertrand
Sus manos descosían pétalos de un ramillete de margaritas: ¿me quiere, no me quiere?, susurraba el aire que se había vuelto frágil al contacto con su voz.
De pronto, de la punta de aquellos dedos, empezaron a brotar flores, que en su caída hacia su falda, formaban un arco-iris de sueños y esperanzas.
Caléndulas anaranjadas.
Brotes blancos de jazmín, para la piel.
Nomeolvides azules para aquellos añorados ojos.
Violetas púrpura para el miedo a perderle.
Rojos capullos de un rosal lleno de pasión.
Sintió temor ente aquella cascada de sentimientos. Él estaba al otro lado de la valla: en el lugar prohibido, y sin embargo, las flores, sus flores compartidas, le gritaban amor.
Y descendió la luna hasta el lugar etéreo que separaba sus dos cuerpos, y formó un estanque donde se encontraron todos los besos de sus ojos y, aunque nunca coincidieron, allí se encuentra deshojando pétalos, en ese hueco verde de la noche por donde, algún día, penetrarán sus amados sueños…
Sobre tu espalda de sombras, crecerán lirios salvajes, y nunca sabrás que son mis besos…
Lola Bertrand