lunes, 18 de junio de 2007

UNA TRISTEZA TIBIA


Una tristeza tibia y deslucida, desciende, -no se sabe de dónde-, como pequeños copos de nieve gris. Se posa, -casi con ternura-, en las paredes, sobre la mesa, sobre el borde de la lámpara. Nadie es capaz de eliminarla: está ahí, mirando, con sus translúcidos ojos de silencios compartidos.
El reloj dice que ha comenzado un nuevo día, pero, tras el cristal, tan solo se puede observar la noche.
El ritmo, la energía, los impulsos se han replegado a las capas más profundas de la piel. En algún lugar hay lágrimas trazando un laberinto. No encontrarán la puerta de salida, han perdido su fluidez, ahora son trozos de hielo pegados a los parpados.
Dentro de las manos, en estado de catarsis, las palabras se desconciertan, tropiezan y se caen en lo más profundo de la nada.

Fuera, donde el desierto gana la partida al mar, nadie sabe que el gris se está tragando todos los colores.
Ha llegado la hora de las caretas tristes, pero lo ignoran.
Seguramente, mañana, llorarán los pájaros; hoy, alguien, ya está llorando por ellos…
Lola Bertrand

3 comentarios:

Pilar dijo...

No siempre es triste la nieve, pero es la niebla la que le hace llorar. Es una foto muy bonita, que te hace sentir una humedad espesa y palpable. La naturaleza tiene también sus cambios de caracter.

Catalina Zentner Levin dijo...

Vestida de mar y con azules profundos y serenos, inauguras un espacio donde tus textos vuelan sin barreras...

Anónimo dijo...

Muy bello el texto , bello y triste.
La foto es muy buena

Juanchu