A pesar de que por entonces tenía cinco años recién cumplidos, nunca olvidaré los Reyes Magos del año 1956.
¡Junto a mis zapatos había un supermercado! , dicho así los lectores pueden hacerse a la idea de uno de esos – plástico y colores- que abundan hoy en día, pero no… Era solamente una estantería – pequeñita- de madera con compartimentos rellenos de cajitas y botes con nombres y colores. Delante del mismo había un pequeño mostrador. Os juro que no cabía en mi de gozo, aquello era mucho más de lo que podía imaginar, especialmente los botes y las cajitas: sopa de pollo, tomate frito, atún en aceite…etc. etc. Y…puré de guisantes.
Otra de las cosas que recuerdo es lo mucho que nevó aquel año, creo que metro y medio o así, mirábamos a papá vestirse de esquimal para atravesar el jardín y poder ir hasta el gallinero - que estaba al fondo- y asi dar de comer a las gallinas y coger sus huevos frescos. Mamá le ataba alrededor de las piernas un par de alfombras de piel de borrego ( las de la habitación de los invitados) , y con un abrigo gordo, gorro de lana , bufanda y guantes se encaminaba al exterior con una gran pala – para despejar la nieve- entre las manos.
¡Cuánto nos reíamos al verlo caminar! Parecía un zombi o robot con las piernas rígidas y el cuerpo súper envarado… Eran tiempos de inconsciencia y felicidad, donde ver caer copos de nieve podía embargarte de alegría y… la llegada de los Reyes Magos era uno de los momentos cumbres del año. A pesar de que yo ya había hecho la Primera Comunión y que a finales de ese año iría interna a un colegio de monjas, a pesar de todo eso yo era una niña sin traumas, hasta que llegó el día del puré de guisantes. Han pasado más de cincuenta años pero recordarlo aún me produce ese vuelco en el estómago que precede al vómito…
Mi hermana mayor – uno más que yo- enseguida puso sus ojos en mi supermercado y empezó a husmear – con el pretexto de comprar - lo que había dentro de las cajitas. ¡Hasta que descubrió los polvitos verdes del puré de guisantes! A ella le habían traído una cocinita y una vajilla para muñecas.
-Vamos a jugar a las mamás – dijo.
La mamá era ella, por supuesto, y los hijos mi hermano siguiente y yo.
Todavía la estoy viendo: machacó ladrillo, lo mezcló con agua, tierra y “los polvitos verdes” de la cajita del supermercado. Le dio mil vueltas y con una cucharita enana nos lo hizo comer con el pretexto de – hay que comerlo todo que si no, no vais a haceros mayores nunca…
No recuerdo las consecuencias que tuvo tamaña comida en mi hermano, yo… casi me muero de asco, toda la noche vomitando y llorando, papá , mamá y la seño venga preguntar :
-Pero, ¿qué has comido…?
Y yo entre hipidos:
-Puré de guisantes…
Nunca he vuelto a probar los guisantes, pensarlo solamente me da asco, y… hasta pena que me da, ya que el verde de los guisantes queda precioso dentro de la paella o la ensaladilla rusa , pero lo realmente traumatizante, lo que es peor de todo y no me deja superarlo es que … mi hermana mayor ni se acuerda de la anecdota.
Lola Bertrand
Este relato pertenece a mi libro de recuerdos "Coletas Rojas"
10 comentarios:
qué exquisita manera tienes
de decirlo,arrancarlo del pasado
lo pasado y traerlo al presente
tan intacto y de actualidad!
Por un instante he sentido
haber estado allí,y siento
tus coletas rojas,el olor
del pollo,tomate frito,y...
ah los guisantes en puré!!!
Siempre volveré para leerte
otra vez!
♥♥♥besos♥♥♥
Maravillosa historia , Lola, me ha encantado leerte.
besos
Anina
Pos asi son los hermanos y a veces las madres y no queremos comer más
lo que nos cayó remal. Muy buena prosa, como siempre Lola, besos, Julita
http://Juliesusfotosyescritos.blogspot.com
http://eltuturutudejulie.blogspot.com
Hola Lola, me encantan las historias del pasado.
Perfecto relato.
Bss. Nos vemos.
En Argentina, los Reyes vienen en verano, tu relato me trajo recuerdos muy dulces, la diferencia está en el sol abrasador de enero en vez de la nieve, pero el alborozo de los niños y sus travesuras, son las mismas.
No me extraña tu aversión a los guisantes, lo cierto es que el relato me encantó.
Besos
Eva
Querida amiga., que manera tan especial de narrar tus recuerdos..
He tenido que bajar el volumen de la tele, porque no queria que ningun ruido me molestase al leerte..
Me he reido mucho..
he vivido la anectoda tan linda de tu padre mientras iba a quitar la nieve..
casi puedo ver a la picara de tu hermana haciendoles comer esos horribles guisantes., y tus llantos por las noches al unisono de tu hermano por el mal de panaza..
Creo que hoy he liedo más de 40 post., y es en solo este en el que he deseado.. que la historia no terminara.. me has embriagado de ella.. y con las ganas de querer más..
un abrazo.. y cuentanos más..
Estos recuerdos encadenados enganchan, Lola.
Saludos
Juanchu
Lola no se bien tu correo, tienes unos premios para este blog y para el iris de mi voz, desde mis blogs, por favor pasa a recogerlos.
Los blogs son:
http://losamigosdejulie.blogspot.com
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Perdon Lola los premios están en los siguientes blogs:
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Gracias, Julia
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