Tu mano apresó la mía y tiró con fuerza. Jamás hubiera imaginado que eso podía llegar a suceder, por lo cual, me quedé materialmente pegada al suelo.
La reunión, multitudinaria, en la que participábamos estaba en todo su apogeo, yo conocía a la mayoría de las personas, tú, a todos; pero… ¡a qué negarlo!, tú eras el príncipe y yo la cenicienta. En realidad, cuando sentí que cogías mi mano y la apretabas con fuerza, estaba a punto de marcharme.
No me dio tiempo a pensar en nada, abriste una puerta lateral, que había permanecido oculta a mis ojos hasta aquel momento, y sin pronunciar palabra me hiciste pasar al interior.
¿AL interior de qué…?
Todo cambió en ese instante: era de día y se hizo de noche; estábamos en la ciudad y aparecimos en un bosque.
Tan sólo escuchaba tu voz diciendo en un susurro:
-No tengas miedo princesa.
Caminamos sobre la mullida hierba; la luna era el farol más reluciente que podía imaginar; vi que nuestras huellas dejaban rastros plateados sobre el suelo, y… supe que por raro y extraño que me pareciera estaba atravesando por una mágica circunstancia.
Los árboles nos rodeaban, suaves, dándonos la bienvenida; la brisa parecía jugar al escondite con nuestra piel; en algún lugar había agua murmurando y yo me sentí la reina de las hadas. Tu mano seguía aferrada a la mía, tirando de mí.
-Ya estamos llegando,- te escuché musitar.
Nos estaba esperando, lo supe nada más verlo, era un árbol diferente, parecía un velo de novia, todo lleno de minúsculas flores blancas.
Tus dedos acariciaron su tronco y al momento se formaron nuestras iniciales sobre su corteza: L y L
Tal vez fuera una llave, no lo sé, pero en ese instante todo el entorno que nos rodeaba fue nuestro.
Te volviste y me abrazaste,¡ era tanta la urgencia de tu abrazo!, ¡tanta!,
que una curva de deseos se agolpó en cada hueco de nuestro interior.
Me recorrió la música de tus palabras de siempre, las que yo había inventado, las que tú habías soñado.
Mi piel se convirtió en un arpegio dulce dentro de tus manos, nuestras ropas se disolvieron bajo el calor de nuestros cuerpos, y…¡por fin! , pude sentir tu lengua húmeda recorriéndome entera, y devolverte gemido por gemido; te sentí crecer en mi, mientras yo crecía en ti.
¡Ahhhh! , entrecortados aullidos, irrumpieron la quietud de la noche.
Había tanto fuego danzando en nuestro entorno, que hasta respirar era un rítmico crepitar de llamas, un ahogo.
Éramos dos mudos llenos de palabras, tus ojos eyacularon en los míos, tu boca en mi boca; mi vientre tatuó gemidos en el tuyo, mientras un latigazo de lujuria arqueaba nuestra espalda en una cópula infinita.
El árbol se agitó y nuestros cuerpos, exhaustos, quedaron cubiertos de flores blancas, minúsculas.
-¿Eres feliz, princesa?- me susurró tu voz sobre la curva de mi cuello.
-Sí… - te musité- dejando un beso de luna sobre la espesura de tu barba.
(Por alguna razón que desconozco, el aire, mientras tanto, compuso una canción con nuestros cuerpos, la llamó: El tema de Lara…)
Lola Bertrand
La reunión, multitudinaria, en la que participábamos estaba en todo su apogeo, yo conocía a la mayoría de las personas, tú, a todos; pero… ¡a qué negarlo!, tú eras el príncipe y yo la cenicienta. En realidad, cuando sentí que cogías mi mano y la apretabas con fuerza, estaba a punto de marcharme.
No me dio tiempo a pensar en nada, abriste una puerta lateral, que había permanecido oculta a mis ojos hasta aquel momento, y sin pronunciar palabra me hiciste pasar al interior.
¿AL interior de qué…?
Todo cambió en ese instante: era de día y se hizo de noche; estábamos en la ciudad y aparecimos en un bosque.
Tan sólo escuchaba tu voz diciendo en un susurro:
-No tengas miedo princesa.
Caminamos sobre la mullida hierba; la luna era el farol más reluciente que podía imaginar; vi que nuestras huellas dejaban rastros plateados sobre el suelo, y… supe que por raro y extraño que me pareciera estaba atravesando por una mágica circunstancia.
Los árboles nos rodeaban, suaves, dándonos la bienvenida; la brisa parecía jugar al escondite con nuestra piel; en algún lugar había agua murmurando y yo me sentí la reina de las hadas. Tu mano seguía aferrada a la mía, tirando de mí.
-Ya estamos llegando,- te escuché musitar.
Nos estaba esperando, lo supe nada más verlo, era un árbol diferente, parecía un velo de novia, todo lleno de minúsculas flores blancas.
Tus dedos acariciaron su tronco y al momento se formaron nuestras iniciales sobre su corteza: L y L
Tal vez fuera una llave, no lo sé, pero en ese instante todo el entorno que nos rodeaba fue nuestro.
Te volviste y me abrazaste,¡ era tanta la urgencia de tu abrazo!, ¡tanta!,
que una curva de deseos se agolpó en cada hueco de nuestro interior.
Me recorrió la música de tus palabras de siempre, las que yo había inventado, las que tú habías soñado.
Mi piel se convirtió en un arpegio dulce dentro de tus manos, nuestras ropas se disolvieron bajo el calor de nuestros cuerpos, y…¡por fin! , pude sentir tu lengua húmeda recorriéndome entera, y devolverte gemido por gemido; te sentí crecer en mi, mientras yo crecía en ti.
¡Ahhhh! , entrecortados aullidos, irrumpieron la quietud de la noche.
Había tanto fuego danzando en nuestro entorno, que hasta respirar era un rítmico crepitar de llamas, un ahogo.
Éramos dos mudos llenos de palabras, tus ojos eyacularon en los míos, tu boca en mi boca; mi vientre tatuó gemidos en el tuyo, mientras un latigazo de lujuria arqueaba nuestra espalda en una cópula infinita.
El árbol se agitó y nuestros cuerpos, exhaustos, quedaron cubiertos de flores blancas, minúsculas.
-¿Eres feliz, princesa?- me susurró tu voz sobre la curva de mi cuello.
-Sí… - te musité- dejando un beso de luna sobre la espesura de tu barba.
(Por alguna razón que desconozco, el aire, mientras tanto, compuso una canción con nuestros cuerpos, la llamó: El tema de Lara…)
Lola Bertrand
11 comentarios:
Preciosa y sugerente, lola, ha sido un gustazo.
Abrazos
Anina
¡Cuánto bien me hace leerte, Lola del mar!
Abrazos de tierra firme,
Lerte siempre me hace soñar.
Abrazos
Eva
El texto es bellísimo, ya desde el título, que me trajo recuerdos del Dr. Zhivago y su amada. Sé que esa película maravillosa se rodó básicamente en España.
Me gusta mucho tu manera de escribir.
Un beso grande.
"te sentí crecer en mi, mientras yo crecía en ti.
¡Ahhhh! , entrecortados aullidos, irrumpieron la quietud de la noche.
Había tanto fuego danzando en nuestro entorno, que hasta respirar era un rítmico crepitar de llamas, un ahogo.
Éramos dos mudos llenos de palabras, tus ojos eyacularon en los míos, tu boca en mi boca; mi vientre tatuó gemidos en el tuyo, mientras un latigazo de lujuria arqueaba nuestra espalda en una cópula infinita."
qUÉ SE PUEDE DECIR ANTES ESTO LOLA???
sINCERAMENTE ME QUEDO CALLADITA ADMIRANDOTE. ME HAS TOCADO, UNA MARAVILLA LEERTE PRECIOSA. UN BESITO CON ESTRELLAS...
Que gusto me da mi querida Lola, poder leerte en esa intimidad que manejas con lirismo y perfeccion.
Un abrazo
¡ Que decirte, Lola!
Disfruté con tu relato
Abrazos
Miriam
sublime el relato
sublime el árbol
la canción de Lara,
tu creatividad,
el tiempo que describes,
Tú,Lola,tú la sublime!
♥♥♥besos♥♥♥
Susurrante y sugerente relato, nos llevas de la mano y volamos con él. Aunque he de confesar que según empecé a leer me recordó un apresamiento de mano que fue una expeierncia no muy agradable para mi... eran años muy jóvenes.
Lo dicho un placer leerte.
Siempre es un placer leerte, Lola, no me defraudas.
Saludos
Juanchu
Gracias, Lola...por fin te encuentro...eras tú la de mis sueños.
REL
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